Astrónomo
polaco. Nacido en el seno de una rica familia de comerciantes, Nicolás
Copérnico quedó huérfano a los diez años y se hizo cargo de él su tío materno,
canónigo de la catedral de Frauenburg y luego obispo de Warmia.
En
1491 Copérnico ingresó en la Universidad de Cracovia, siguiendo las
indicaciones de su tío y tutor. En 1496 pasó a Italia para completar su
formación en Bolonia, donde cursó derecho canónico y recibió la influencia del
humanismo italiano; el estudio de los clásicos, revivido por este movimiento
cultural, resultó más tarde decisivo en la elaboración de la obra astronómica
de Copérnico.
No hay
constancia, sin embargo, de que por entonces se sintiera especialmente
interesado por la astronomía; de hecho, tras estudiar medicina en Padua,
Nicolás Copérnico se doctoró en derecho canónico por la Universidad de Ferrara
en 1503. Ese mismo año regresó a su país, donde se le había concedido entre
tanto una canonjía por influencia de su tío, y se incorporó a la corte
episcopal de éste en el castillo de Lidzbark, en calidad de su consejero de
confianza.
Fallecido
el obispo en 1512, Copérnico fijó su residencia en Frauenburg y se dedicó a la
administración de los bienes del cabildo durante el resto de sus días; mantuvo
siempre el empleo eclesiástico de canónigo, pero sin recibir las órdenes
sagradas. Se interesó por la teoría económica, ocupándose en particular de la
reforma monetaria, tema sobre el que publicó un tratado en 1528. Practicó así
mismo la medicina, y cultivó sus intereses humanistas.
Hacia
1507, Copérnico elaboró su primera exposición de un sistema astronómico
heliocéntrico en el cual la Tierra orbitaba en torno al Sol, en oposición con
el tradicional sistema tolemaico, en el que los movimientos de todos los
cuerpos celestes tenían como centro nuestro planeta. Una serie limitada de
copias manuscritas del esquema circuló entre los estudiosos de la astronomía, y
a raíz de ello Copérnico empezó a ser considerado como un astrónomo notable;
con todo, sus investigaciones se basaron principalmente en el estudio de los
textos y de los datos establecidos por sus predecesores, ya que apenas superan
el medio centenar las observaciones de que se tiene constancia que realizó a lo
largo de su vida.
En 1513 Copérnico fue invitado a participar en la reforma del calendario juliano, y en
1533 sus enseñanzas fueron expuestas al papa Clemente VII por su secretario; en
1536, el cardenal Schönberg escribió a Copérnico desde Roma urgiéndole a que
hiciera públicos sus descubrimientos. Por entonces, él ya había completado la
redacción de su gran obra,Sobre
las revoluciones de los orbes celestes, un tratado astronómico que
defendía la hipótesis heliocéntrica.
El
texto se articulaba de acuerdo con el modelo formal del Almagesto de Tolomeo,
del que conservó la idea tradicional de un universo finito y esférico, así como
el principio de que los movimientos circulares eran los únicos adecuados a la
naturaleza de los cuerpos celestes; pero contenía una serie de tesis que
entraban en contradicción con la antigua concepción del universo, cuyo centro,
para Copérnico, dejaba de ser coincidente con el de la Tierra, así como tampoco
existía, en su sistema, un único centro común a todos los movimientos celestes.
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